/ Sep 2, 2021

Consejos para sobrellevar el retorno a la rutina

POR - Mirian

La vuelta de las vacaciones, el retorno a la rutina, la vida diaria… en definitiva, la vuelta al bucle, es en general una de las transiciones más duras que hay. Y aunque parezca una tontería, a veces seguir algunas pautas o consejos nos pueden ayudar a cambiar el chip radicalmente.

Si bien es cierto que depende de cada persona y de las circunstancias que se estén atravesando en ese momento determinado; si por ejemplo, se están enfrentando nuevos proyectos en el lugar en el que se reside y por tanto, tenemos la ilusión de volver para retomarlos, o si echamos de menos a algún familiar o algo esencial no fue bien durante las vacaciones (mal tiempo, comida, un colchón que nos ha dejado la esperada hecha polvo…) la vuelta a casa puede anhelarse algo más. Pero en general, volver lleva asociado empezar a trabajar de nuevo, y por tanto implica una resignación a abandonar la libertad de horarios y el descanso que te brindan las vacaciones. Y si además hemos estado de viaje en algún lugar nuevo, dejamos atrás el estímulo y la emoción de descubrir algo diferente cada día, para dejar paso a la rutina.

Para mí, sin duda, el fin de las vacaciones, como desde que recuerdo ha implicado el fin de algún viaje, me ha supuesto siempre un bajón considerable. Tienen razón cuando lo llaman depresión postvacacional, un término que a menudo se utiliza haciendo chiste de la situación, pero que para algunos es algo muy serio. No miento si digo que en más de una, dos y tres ocasiones, he llorado el día de vuelta y los días de después, y he estado especialmente irascible con los que me rodeaban. Pero como todo en la vida, a volver también se aprende, y con los años he comprobado que hay algunas pautas que hacen este retorno más llevadero. A mí me funciona, por lo que os las traslado por si sirven de ayuda:

1.- Objetivos a muy corto plazo. Cuando volvemos de vacaciones , encarar la rutina diaria de nuevo a veces se presenta como una gran ola gigante que nos va a tragar: desde deshacer la maleta, lavar y ordenar toda esa ropa, hasta retomar el contacto con el trabajo (si nos acordamos de la clave), ponerte al día de todos esos correos, cosas que dejaste pendientes antes de irte, citas médicas…, y si tienes niños todo se multiplica por 10: empezar a coger los horarios de la guardería o el colegio, los periodos de adaptación… Si nos planteamos esto de golpe nos llenamos de ansiedad. Sin embargo, el elefante se come mejor troceado, y a mí me funciona plantearme objetivos por días e incluso por medios días. Ni siquiera hacer una planificación semanal sobre un papel, sino ir cumpliendo objetivos a corto plazo, ya que así sentiremos que avanzamos y nos vamos sintiendo más satisfechos y cómodos con la nueva situación. De otra manera, a la idea real de que las vacaciones se han terminado sumaremos la falsa idea de que nuestra vida es un agobio constante y de que en casa todos son tareas. Cuando en realidad, pasadas unas semanas miraremos hacia atrás y veremos que el elefante no era tal…

2.- Retomar el contacto con la gente que queremos y hace tiempo que no vemos. Cuando estamos a tope de tareas y desbordados tendemos a postergar los encuentros con los amigos o algunos familiares hasta un momento en el que estemos más relajados. Sin embargo, es bueno que entre tarea y tarea tratemos de introducir períodos de descanso físico y mental que impliquen contacto con la gente, no solo para relajarnos y sentirnos acompañados en esa transición a la normalidad, sino también compartir experiencias y recordar una de las razones fundamentales pro las que estamos aquí y no en cualquier otro lugar del universo: las personas.

3.- (Eso mismo) … recordarnos los motivos por los que estamos aquí, traerlos al momento presente y ponerlos en valor. Ya sea la familia, la estabilidad económica que te brinda el trabajo o algún proyecto personal, hay un motivo por el que estás aquí y que obviamente te brinda felicidad más allá del esfuerzo diario que te supone, por lo que recordarlo es importante. Los niños nos enseñan mucho de esto, con su ilusión por empezar el nuevo curso, retomar el contacto con sus amigos, jugar con sus cosas, las de casa, volver a su hogar…

4.- Planificar el siguiente. una vez que ya han pasado esos primeros días/semanas de peregrinaje hacia la normalidad y el bienestar interior, es fundamental empezar a pensar en el siguiente. Y aunque es normal que tras unas largas vacaciones o un viaje extraordinario no podamos planificar otro gran viaje hasta dentro de unos meses o incluso un año, no hay que menospreciar las pequeñas escapadas, fines de semana largos, excursiones, porque todo eso nos da aire y nos ayuda a coger energía, y porque hay sitios maravillosos a una hora de nuestra ciudad que no conocemos. Sobre todo para los que vivimos en grandes ciudades en las que el ritmo de vida es más absorbente. Por eso, a mí siempre me ha ayudado hacer una excursión de 1 ó 2 días dentro del mes o dos meses posteriores al retorno. Si las circunstancias lo permiten, claro.

No obstante, si el malestar que produce la vuelta a la vida diaria se prolonga durante mucho tiempo, quizá sea el momento de plantearte que hay algo que es incorrecto en tu entorno y hacer algún cambio en él. No necesariamente significa que lo dejes todo de un día para otro, cojas una mochila y te vayas a recorrer el mundo, pero sí es posible que sea el indicador de que necesitas hacer algún ajuste en tu vida. Los viajes tienen ese poder diferencial que no se consigue quedándose en el mismo sitio en el que estás, y es que te presentan un mundo diferente al tuyo, ocupado por otras personas y que sigue ritmos diferentes, y te invita a reflexionar si estas conforme con lo que te rodea o no. Ese fue mi caso, por ejemplo, cuando viajé a Nepal, un destino que, sin duda, no te deja indiferente. En definitiva, desde luego la depresión postvacacional existe y es transitoria. Pero algo que es más profundo y duradero puede ser el motor de un cambio que se está gestando. nunca hay que ignorar las señales.

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