Gastronomía japonesa en el centro de Madrid

POR - Mirian

Recientemente he tenido la ocasión de comer en Hattori Hanzo, un restaurante japonés en pleno centro de Madrid. Y lo primero que tengo que decir es que restaurantes japoneses en Madrid hay muchísimos, pero pocos en los que se pueda degustar los típicos platos de la gastronomía japonesa de verdad. Cuando pensamos en comida japonesa, inevitablemente se nos viene a la cabeza el sushi, los noodles, y el ramen. Y claro que estos son platos japoneses, pero todo aquel que haya pasado una larga temporada en Japón reconocerá de inmediato esos otros platos que no son tan populares ni tan fáciles de encontrar en los restaurantes japoneses.

Okonomiyaki

Esta tortilla hecha a base de harina, tiras de repollo y huevo, y a la que se le puede añadir los ingredientes que se quieran (carne o marisco como camarones o gambas, según el gusto de cada uno) es típico de Hiroshima y de la ciudad de Osaka. Entre estas dos versiones hay algunas variaciones, pero ambas se caracterizan por el sabor intenso y por la contundencia del plato. De hecho, uno de estos para una sola persona es suficiente para terminar saciado por bastantes horas. En Hattori Hanzo ofrecen okonomiyaki de montaña (con panceta) y el de mar (con pulpo y langostinos)

El Okonomiyaki de Hattori Hanzo me sorprendió por su similitud con los que probé en Japón incluso por esas tiras de pescado de la parte de arriba del plato, algo muy singular de este plato ya que cuando te los sirven se mueven al contacto con el calor de la tortilla, como como si tuvieran vida propia.

Okonomiyaki
Okonomiyaki en Hattori Hanzo

Wagyu

Conocí la carne de ternera wagyu en la isla de Okinawa, y cuando la vi lo primero que pensé fue que tenía aspecto de ser una carne muy grasienta, por todas esas vetas blancas que la atraviesan. Más tarde descubrí que la carne de wagyu es una de las sanas porque esas infiltraciones blancas son grasa buena, no saturada, que contiene grandes cantidades de omega 3 y omega 6.

Si a eso le añadimos ese sabor tan especial que tiene (yo siempre digo que es como carne de mantequilla, porque sus vetas blancas la convierten en una carne extremadamente jugosa al paladar) comprenderemos el porqué de su alto precio. Para los que no somos muy carnívoros, la carne de wagyu es un acierto porque tiene un sabor y una textura mucho más suaves que los de la carne de ternera habitual. Además, siempre te la sirven en laminas muy finitas, para hacértela tu mismo a la plancha como en el Hattori Hanzo.

Wagyu
Wagyu en Hattori Hanzo

Yuzu

Los postres son otro de los puntos fuertes del Hattori Hanzo. Se trata de platos muy elaborados, todos ellos con productos típicos de Japón (yuzu, té matcha) entre los que es difícil escoger. En esta ocasión yo lo tenía claro, y elegí el “Yukimi”  principalmente por el yuzu.

El yuzu es un cítrico que se cultiva en Japón, que tiene un sabor similar al limón pero más ligero y menos ácido, y que contiene grandes propiedades, lo que lo convierte en un ingrediente ideal para postres, salsas, mermeladas. Cuando lo descubrí, siempre lo bebía en zumo, ya que al ser como digo, menos ácido que el limón, es perfecto para hidratarse en verano con un toque de sabor.

Aparte de estas, en Hattori Hanzo es posible degustar muchos otros platos de la gastronomía japonesa, como las gyozas, que estaban buenísimas, los takoyaki, los baos, el ramen…

Gyozas
Gyozas en Hattori Hanzo

Y continuando con el restaurante, no solo la comida hace que te transportes por unas horas al auténtico Japón. El restaurante está dividido en tres ambientes en los que se puede hacer la reserva: barra, izakaya o tarima. En nuestro caso elegimos tarima, que tenía un agujero en el suelo para meter las piernas y de la que era tan difícil levantarse como en Japón 😊

Por mencionar un par de cosas que mejoraría del local: los turnos y la atención. Se establecen 3 turnos para cada uno de los 3 ambientes, y cada turno es de 1.40hrs, un tiempo que realmente se queda corto en cualquier caso. Si vas a comer unas gyozas y un ramen rápido está bien, pero si quieres probar los platos, degustarlos, etc, ese tiempo es muy escaso. Sin contar con que el hecho de imponerte un turno te obliga irremediablemente a estar pendiente de la hora toda la comida, para no pasarte del tiempo. No obstante he decir que en mi caso, que cogí el último turno, no nos metieron prisa para terminar y usamos bastante mas tiempo que la 1.40hrs establecida. Imagino que esto es debido, no solo a que había mesas alrededor nuestra vacías, sino también a que al ser el último turno la prisa no es la misma que en los anteriores.

Respecto a la atención, si bien es correcta, noté algo de desorganización y cierta lentitud si tenemos en cuenta el escaso tiempo del que disponíamos para comer. Pero creo que esto también es debido a la complicación de los turnos en cada uno de los ambientes y de nuevo, al hecho de estar pendientes de la limitación de tiempo. También las recomendaciones que nos hicieron en cuanto al vino y las comidas no me convencieron, porque nos invitaron a pedir vino blanco asumiendo que toda la comida se basaría en pescado o marisco, cuando en nuestro caso pedimos okonomiyaki de montaña (con panceta y maíz) y carne de wagyu. En cualquier caso, tengo que decir que aplaudir a los camareros que sirven en tarima, que se pasan todo el día agachándose y levantándose desde el suelo con los platos en la mano… y si ya de por sí es un trabajo agotador, si le añades esta complicación más aún.

Finalmente, os recomiendo reservar y con bastante antelación. Por todo lo dicho, está muy demandado, pero se puede hacer fácilmente a través de la página web del restaurante, y te llamarán el día de la reserva para confirmar. Aquí hay que estar pendiente, ya que si no se confirma te anulan la reserva.

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