Katmandú es sinónimo de movimiento, color y alegría. El carácter amable de su gente y su forma de vivir sencilla hacen de esta una ciudad, mas allá de sus carencias de fondo, una ciudad esencialemnte alegre. Pero también, para viajar a Katmandú hay que estar listo para pasear entre el bullicio, el desorden (el concepto de desorden occidental)… convivir con animales a los que no estamos acostumbrados a ver en las calles y en un ambiente de gran polución. Pero así son las grandes ciudades asiáticas, especialmente las capitales. Y estas cualidades, que no son las únicas, son parte importante de su encanto y esencia. A pesar de esto, gente que conocí en el trekking de Nepal y que había estado en India, comentaban que Katmandú era un ejemplo de limpieza y orden en comparación con Delhi.
Además, Katmandú es una ciudad cargada de historia y arte, que ofrece al visitante auténticas joyas de la arquitectura. Y es que hay determinados lugares sagrados que son visita obligada.
La religión que prevalece en Nepal es el hinduismo, practicado probablemente por la mayoría de la población y seguido de cerca por el budismo. Tras estas, existe un remante de religiones profesadas por una escasa proporción de la población, entre ellas el cristianismo. La religión tiene una importancia crucial para la población nepalí, cuya vida gira en torno a ello. Aparte de los templos más importantes, en Katmandú nos encontraremos rodeados de imágenes hinduistas a nuestro paso. Pequeñas y medianas representaciones hindúes a los que los transeúntes pueden hacer ofrendas de todo tipo. Una cosa que a los occidentales nos llama mucho la atención es el tipo de ofrendas que los hinduistas realizan a sus dioses, que a veces serán dinero u otros objetos de valor, y otras veces pueden ser cosas más rocambolescas, como botellas de refrescos a medias, alcohol e incluso marihuana, ofrendas que le gustan mucho al dios Bhairav, manifestación de shiva. Dependiendo del tipo de dios representado, le corresponderá una u otra ofrenda.
Dada la importancia que tiene la religión en Nepal, y el fuerte contraste que existe entre esta y el catolicismo, el choque cultural es enrome. La religión lo es todo. Incluso si no somos personas religiosas, la religión mayoritaria de la sociedad en la que vivimos habrá marcado nuestro pensamiento y forma de vivir, así como todo aquello que consideramos ético o no, sin que seamos conscientes de ello.
En el caso del hinduismo todo esto cobra una dimensión especial. Paseando por las calles de Katmandú es fácil comprender cómo el día a día de los nepalíes está bajo la influencia de una religión basada en principios como abstenerse de hacerle daño a seres vivientes, paciencia, tolerancia, autocontrol, y compasión, entre otros…(quizá por ello los nepalíes son personas tan humildes y amables) Los hindúes creen en la reencarnación y el karma, por lo que su concepción sobre la vida y la muerte es diferente a la nuestra, influida por los preceptos del catolicismo. Como ejemplo, en el rio de Katmandú podremos encontrar a los propios familiares de los fallecidos quemando públicamente a sus muertos, ya que, para ellos, la muerte es una fase más de la propia vida, así que el ritual que siguen cuando alguien fallece es muy diferente del que se sigue en el cristianismo. Las imágenes de estas escenas con impresionantes para nosotros, sin duda.
Pero como el resto de las religiones, el hinduismo no está exenta de controversia, por mucho que sus bases sean esencialmente nobles. Llama la atención la pobreza calles de la ciudad en contraste con la majestuosidad de las imágenes budistas e hinduistas, muchas de ellas hechas de materiales de alto valor, así como a la población haciendo ofrendas que muchos de ellos, seguro, no se pueden permitir.
Para hacernos una idea de todo esto, lo mejor, además de pasear por las calles de la ciudad y observar a sus gentes, es visitar las construcciones religiosas más importantes de Katmandú, muchas de ellas patrimonio de la humanidad.
Plaza de Durbar Square
Esta enorme plaza recoge varios de los edificios mas importantes de la ciudad, entre ellos el Palacio Real, además de varios templos. Por mi parte, no entré a conocer los edificios por dentro porque el tiempo no nos daba para entretenernos y porque para nosotros verlo por fuera era espectáculo suficiente. Una confluencia de calles sobre las que se cruzan personas, animales, y todo tipo de vehículos, hacen que esta plaza será la representación viva de lo que es Katmandú.
Estupa de Boudhanath , Swayambhunath o templo de los monos
Situada en el valle de Katmandú, en la frontera con Boudha, esta estupa circular gigante es una de las construcciones más impresionantes del valle de Katmandú, y probablemente es la construcción religiosa más original y llamativa que he visto hasta ahora.
A más de 300 escalones de distancia del suelo, la estupa de Boudhanath, con la intensa mirada de buda como centro, es patrimonio de la humanidad y lugar de peregrinaje, por lo que la zona está caracterizada por su ambiente bullicioso y alegre.
En su entorno, templos, monasterios, una biblioteca, un museo, monjes paseando a nuestro alrededor y monos, muchos monos. En ese sentido… estar rodeado de monos que campan al sus anchas alrededor tuyo puede sonar divertido en un primer momento. Verlos desde cerca es gracioso, hasta que llega un punto en que no sabes si hay un mono detrás de ti, cerca o a punto de caerte en la mochila para robarte la comida, porque los pobrecitos en realidad tienen hambre…
Además de ir hasta la estupa misma y visitarla por dentro si el tiempo os lo permite, es recomendable detenerse a tomar algo en alguna de las muchas cafeterías que hay por la zona, con vistas a la estupa, pedir un café o una cerveza y dedicar el tiempo a relajarnos observando el valle de Katmandú con esta particular estampa delante nuestro. Para mi, uno d ellos mejores momentos de un viaje que estaba a punto de tocar su fin.
Por último, para satisfacer las necesidades de todos los viajeros en Katmandú, el Barrio del Thamel en el que encontraremos de todo literalmente: agencias de viajes, tiendas de todo tipo, hoteles de todas las categorías, restaurantes, etc. Incluso podremos tomarnos una copa por la noche en alguno de los locales de la zona. En el barrio de Thamel es punto de encuentro de los viajeros en Katmandú, que puede hacernos sentir en casa por unos instantes de nuevo.
En definitiva, Katmandú tiene mucho que ofrecer al viajero, y sucede que, a pesar del bullicio y la contaminación, cuando te vas sientes que has estado en un lugar acogedor y amable. Al final, como en todo, lo importante son las personas. Especialmente si se hace un trekking por el Himalaya, dejar 2-3 días al final para visitar la capital hacen el tándem perfecto para este viaje.
0 comentarios